El Palacio de las Ursulinas es la desidia del régimen

Un artículo de Cubanet plantea cómo el régimen cubano ha destruido gran parte de La Habana que ha destinado al uso de viviendas para los más humildes. Una de estas edificaciones es el Palacio de las Ursulinas, tesoro arquitectónico arruinado al ser usado como vivienda popular.

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La ruina del Palacio de las Ursulinas muestra las diferencias sociales en Cuba. Un funcionario del gobierno puede bañar su casa en oro; un pobre sufrirá para conseguir un saco de cemento o legalizar una choza

El olvido se apoderó del Palacio de las Ursulinas. El edificio está demasiado cerca de la gente pobre. Su hermosa arquitectura fue destinada a vivienda popular. El régimen no se molesta en gastar dinero que no le dé ganancias.

Como el palacio no se desploma no le interesa al régimen

El Palacio de las Ursulinas se resiste a derrumbarse. Por eso no le interesa al régimen. Al desplomarse, sería fácil reubicar a las familias donde sea y venderlo a cualquier empresario extranjero para que instale su negocio u hotel para atraer turistas.

Para el régimen es mejor atraer a los turistas y alejar a los cubanos. Así, pueden esconder la pobreza y convertir a la isla en Punta Cana o Cancún.

El régimen puede desalojar a los habitantes del palacio si ve un buen negocio

Si algún empresario se muestra interesado en el palacio, el régimen lo venderá. Poco importa que algunas familias pobres queden sin techo. Poco importa que gran parte de La Habana se derrumbe a pedazos.

Mientras tanto, el Palacio de las Ursulinas seguirá existiendo con la estabilidad milagrosa de los hormigueros. Se multiplicarán al azar en su interior laberintos de “barbacoas”, “placas intermedias”, tabiques, tuberías, drenajes improvisados y cisternas individuales. Pero sobre todo, lo habitarán cientos de inquilinos permanentes y de paso, legales e ilegales.