¿Por qué los humanos sufrimos de presión arterial alta?
La hipertensión arterial es una de las principales causas de muerte, de
manera secundaria o primaria: si no mata por sí misma, crea eventos
nefastos como accidentes cerebro-vasculares, infartos, derrames y trombos
que pueden ser fatales.
Univista TV WEB/ Por Dr. Luis Montiel
¿Cuáles son las causas de la presión arterial alta? Sabemos que hay dos grupos: la hipertensión primaria o esencial, la gran desconocida, que ocupa el 80-90 porciento de los casos, y la hipertensión secundaria, de causa conocida y estudiada, que puede ser de origen renal.
Hay una explicación para la tensión arterial esencial. Antes éramos seres que vivíamos en el mar y evolucionamos a los anfibios, que podían vivir en el agua y en la tierra.
¿Qué es la tensión arterial esencial?
Todo fue posible gracias a un mecanismo de receptores que hacía disminuir la tensión arterial y los latidos del corazón. De esa forma economizábamos oxígeno para vivir en el agua y salir menos a la superficie.
Pues bien, ese mecanismo aún lo poseemos como herencia. Se encuentra en el cuello y son los baro-receptores.
Cuando caminamos en el agua y esta nos llega al cuello, notamos que la respiración cambia a más profunda y pausada. Es una preparación para sumergirnos en el agua. Nos baja la presión en las arterias y disminuye el consumo de oxígeno.
Sucede que este mismo mecanismo va perdiendo la capacidad de regulación, según envejecemos. Pierde la capacidad de limitar la fuerza del corazón para enviar sangre al cerebro.
¿No has oído hablar de personas hipertensas que nunca sienten nada? En la
mayoría, el mecanismo está algo perezoso y tarda en regular, o nunca lo
hace.
¿Cómo podemos entrenar estos receptores?
Hay una frase importante en la evolución humana: lo que no se usa, se atrofia. Entonces, lo correcto es entrenarlo con ejercicios de cambio de posición. Es decir, hacer sentadillas, flexiones de brazos en el suelo, poniéndose de pie al mismo tiempo, haciendo potenciación de los músculos de cuello y trapecio, además de nadar como ejercicio regular al menos tres
veces por semana.
También, realizar buceo deportivo y nadar debajo el agua conteniendo la
respiración, llevar una vida sin tóxicos, alcohol o drogas de diseño; cuidar
el peso corporal, tomarse la presión antes y después del ejercicio; ejercicios
de elasticidad para la musculatura cervical; limitar las grasas saturadas y el
exceso de lácteos para no dañar los receptores por calcificación o
infiltración grasa, y ponerse a disposición de un médico entrenado en estas
dolencias.
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