«Nuestras calles son de todos los que nacimos aquí, estemos o no», sostiene sacerdote cubano
Con el noble propósito de celebrar la Navidad, el sacerdote católico Maykel Gómez Hernández realizó una homilía este viernes donde afirmó que las calles de Cuba eran para para todos “los que nacimos aquí, estemos o no”.
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El ritual religioso se produjo en la iglesia habanera San Juan Bosco, ubicada en la Avenida de Santa Catalina.
El mensaje fue reproducido íntegramente por la página de Facebook de la revista católica Palabra Nueva, quienes se hicieron eco de las palabras inclusivas de amor y justicia del diácono.
El sacerdote indicó que “no podemos, no tenemos el derecho de decir que nuestras calles son para unos o para otros, nuestras calles son de todos”, subrayó el sacerdote antes sus feligreses.
Vale destacar que el mensaje de unidad y amor enviado por el sacerdote contrasta con los mensajes de odio que el gobierno cubano ha estado enviando a través de sus medios y acciones en el último mes contra integrantes del Movimiento San Isidro, a los que, junto a otros opositores, han tildado de mercenarios que operan desde Miami, Estados Unidos, donde los cubanos exiliados han construido una segunda casa, reportó cibercuba
A continuación, reproducimos las palabras del sacerdote Maykel Gomez Hernández en su totalidad:
Mis queridos hermanos y hermanas:
Hoy nos llega el gozo de la Navidad, Dios se ha hecho hombre para salvarnos, Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.
Las lecturas que hemos escuchado hoy nos ayudan a comprender por qué es tan importante esta fiesta.
El evangelio de hoy nos dice que Jesús era para los cristianos de entonces La Palabra y esta, a su vez, había transformado su vida totalmente. Ellos vivían en la tiniebla y la Palabra les trajo la luz, dio plenitud y sentido a toda su existencia. Cristo ha nacido, el amor ha venido a nosotros y no se nos ha manifestado como un amor cualquiera, sino como el mismo Amor de Dios.
Este amor hecho niño, toca las fibras más profundas del corazón humano, y es capaz de transformarlo a tal punto, que aún sin haber sido testigo de tan gran acontecimiento, muchos años después el apóstol Pablo llega a decir “no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi”, “me basta tu gracia”.
Hoy nos hemos acercado a ver a uno que existía antes de nacer como hombre, que existía junto a Dios, como persona distinta que Él, pero que es Dios verdadero y por tanto Dios eterno. Además, el niño que yace entre las pajas es el mediador de la creación, pues por medio de Él, fueron creadas todas las cosas.
Jesucristo, Palabra eterna del Padre, también hoy a nuestros días trae esa luz tan deseada. Llega a una Cuba desgarrada, en medio de tristezas e incertidumbres, en medio de pobreza y de dolores, en medio de una pandemia que a muchos les ha cobrado su vida y sin embargo LLEGA, como aquella noche llegó a Belén.
Llega para decirnos: No tengas miedo, yo estoy contigo.
Llega para guiarnos con su luz en medio de tanta oscuridad e incertidumbre.
Llega para inundarnos de su amor y su esperanza.
Llega como respuesta al grito desesperado de un pueblo que como Israel camina en un desierto guiado por otros que no quieren ver la luz, y se aferran a ideas caducas ya desfasadas.
Llega para recordarnos una vez mas que Él es el CAMINO, La VERDAD y La VIDA.
Llega para iluminar nuestro pensamiento hacia lo que es bueno, honorable y honrado.
Llega para otorgarnos la libertad de los hijos de Dios, que no puede ser jamás coaccionada, ni mucho menos condicionada.
Su nacimiento hoy se hace eco una vez más de la necesidad de amor que aún existe entre todos, necesidad de amor y amor de Dios, amor que en algún momento trataron de borrar de nuestras mentes, y que, a pesar de todos estos años, aun cuando la Iglesia fue diezmada, amenazada e intimidada, ese amor siguió latiendo y el hecho de nuestra presencia aquí confirma mis palabras. Pues solo el amor es capaz de unirnos en torno a este niño, solo el amor será capaz de abrir nuestros ojos para darnos cuenta de que nuestra salvación está en Cristo y no en otra cosa.
Es hora de sanar de los corazones, Navidad es Esperanza, Navidad es alegría, Navidad es el camino que recorres cada día. Ese que está a tu lado, a mi lado, no es tu enemigo, ese es tu hermano, ese es Cristo que hoy se hace hombre como tú, como yo, ese mismo Cristo que te grita Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo, ese mismo Cristo que te invita cada día a llamar a Dios Padre.
No podemos avanzar si seguimos levantando muros que Cristo un día derribó por ti, necesitamos transformar nuestro corazón, necesitamos transformar nuestro pensamiento, y así será la única forma de poder transformar nuestra sociedad, una sociedad basada en Cristo, fundamentada en el amor, la comprensión y la solidaridad entre todos.
Citando al Maestro Don José de la Luz y Caballero: «Se tendrá que renunciar a formar ‘hombres puramente mecánicos y rutinarios’, a cambio de fundar una legión de pensadores, es decir, cualquiera que fuere la profesión a ejercer, se debía poseer la capacidad de reflexión necesaria sobre las diferentes cuestiones que conciernen a su existencia, incluidos los problemas sociales». (Caballero, Aforismos, 1960, p. 34)
Nuestra sociedad hoy necesita el toque del amor, de un amor que una y no que desuna, un amor que integre y no que separe. No podemos, no tenemos el derecho de decir que nuestras calles son para unos o para otros, nuestras calles son de todos, de todos los que nacimos aquí, estemos o no. De todos los que vivimos aquí y amamos esta tierra, tierra de Dios, tierra de la Virgen de la Caridad del Cobre. Tierra donde el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones, tierra bendecida por el Espíritu Santo que mueve todo cuanto somos.
CUBA tu esperanza es el Señor, CUBA dobla tus rodillas ante el nombre sobre todo nombre, Cristo luz de las naciones hoy viene a tu corazón, nuestra Madre de la Caridad nos ofrece en su mano a Cristo su HIJO nuestro salvador, escuchemos su voz, y dejémonos que nos ame con su amor.
San Juan Pablo segundo no se cansaba de repetir: No tengan miedo de abrir su corazón a Jesucristo. Dejen que resuene en nosotros las campanas del amor para que un día podamos repetir como ese antiguo villancico:
¡Noche tan linda y tan bella, no hubo jamás en mi tierra, noche en que Cuba se alegra con la llegada de un Dios!
Baja del cielo una estrella, se oyen campanas lejanas, son campanitas cubanas, son campanitas de amor.
Feliz Navidad a todos.